La formación de los quintos tiene su origen cuando los mozos alistados en el ejército de la misma quinta hacían reuniones, tertulias... de tal manera que fomentaban su amistad.
Los quintos eran los encargados de realizar una serie de festejos, cuya fuente de ingresos provenía de la colecta que estos efectuaban año tras año yendo de casa en casa, recogiendo todo cuanto los vecinos de la villa les ofrecían en metálico o en especie.
Uno de los festejos que organizaban los quintos era la Ronda de San Juan o Ronda de los solteros.
Si las recaudaciones habían sido óptimas se llegaba a organizar algún toro embolado. La quinta que lograba hacer toro había llegado al techo de sus posibilidades pues este era el máximo tipo de festejo al que se aspiraba debido a su alto coste.
La Ronda era el acto de cara al público más importante. El deambular de la Ronda por las calles era lento y reposado, pues se disponía de toda la noche y no había prisa.
Durante la noche y con mucho sigilo algunos mozos ponían enramadas a sus novias o a las chicas de quienes estaban enamorados, rivalizando en ver cuál enramada era la mejor. Si algún mozo que no pertenecía a la quinta quería que se rondase a su novia o amada lo solicitaba a los rondadores, que accedían previa aceptación de un donativo en metálico para los quintos.
Víctor, Cristina y Alejandro
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