lunes, 16 de mayo de 2011

EL CAMINO DEL CID I

Los orígenes del Camino del Cid
A finales del siglo XIX, Archer Milton Huntington viajó por buena parte de nuestra geografía siguiendo los pasos del destierro descritos en el Cantar. Poco después, a principios del siglo XX, Ramón Menéndez Pidal y su mujer, María Goyri, recorrieron las tierras castellanas con similares intenciones e importantes resultados. Desde entonces, han sido muchos los que han seguido, de modo más o menos preciso, las huellas del Cid descritas en el poema. En los años cincuenta del siglo XX existían guías turísticas de este itinerario y, particularmente a finales de los años ochenta, surgieron diversas propuestas impulsadas por avezados pioneros del cicloturismo, como Luis Markina. Los itinerarios seguidos eran muy distintos y diferían considerablemente unos de otros, pero todos coincidían en el propósito de llegar a Valencia con el Cantar como guía del viaje.

El Camino del Cid, un camino literario
El Camino del Cid es, en esencia un camino literario, pues hunde sus raíces en el Cantar de mío Cid, el mayor de los cantares de gesta españoles de la Edad Media y una de las obras clásicas de la literatura europea es el que por antonomasia lleva el nombre del héroe: el Mio Cid. Compuesto a finales del siglo XII o en los primeros años del siglo XIII, estaba ya acabado en 1207, cuando cierto Per Abbat (o Pedro Abad) se ocupó de copiarlo en un manuscrito.se basa libremente en la parte final de la vida de Rodrigo Díaz de Vivar, desde que inicia el primer destierro en 1081 hasta su muerte en 1099.
Rodrigo Díaz de Vivar
La historia del Cid Campeador siempre ha estado rodeada de cierto misterio. No se sabe bien dónde empieza la leyenda y dónde la historia. Rodrigo Díaz de Vivar fue un guerrero burgalés que inició una brillante carrera militar junto a Sancho, rey de Castilla e hijo mayor de Fernando I. Pero al morir Sancho, el Cid comenzó una relación turbia con Alfonso VI, hermano de Sancho, que acabó con el destierro del caballero de Vivar a tierras musulmanas y el inicio de su leyenda.
Leyenda y mito
Quizá resulte paradójico, pero los textos más antiguos sobre la figura de Rodrigo el Campeador son los árabes, que (nueva paradoja) nunca se refieren a él mediante el título de Sídi en la veintena de obras en que se lo menciona. Los textos latinos dieron carta de naturaleza literaria al personaje del Cid, pero serían las obras vernáculas las que lo consagrarían definitivamente, proyectándolo hacia el futuro.
Los romances, cantados en las plazas, aprendidos de memoria por la gente y transmitidos de generación en generación, tomaron el relevo de los antiguos cantares de gesta a la hora de mantener viva la fama popular del Cid.
Los temas cidianos recogidos por las crónicas y por el romancero pasaron a través de ellos a la literatura del Siglo de Oro.
El siglo XVIII no fue muy proclive a los asuntos de nuestro personaje.



MARTA, ALBA Y CARMEN

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